lMilan Kundera es uno de los escritores contemporáneos más importantes a nivel mundial. Desde la aparición de su primer novela La broma, ha llevado a gran cantidad de lectores a través de historias diversas que viajan de lo trágico a lo cómico, de lo ridículo a lo sublime y de lo real a lo fantástico; llevando dichas historias alrededor de su amada Praga y de su Paris salvador, abordando otros puntos de Europa, y mostrando múltiples personajes que luchan por el ideal de una nación independiente como lo fue la Checoslovaquia durante la ocupación rusa, y que se enfrentan a conflictos emocionales, patrióticos y existenciales, llevados con una técnica y juego narrativo que vuelve clásicas sus obras.
lLa importancia de este autor ha propiciado que se elabore este interesante proyecto, con el cual se tiene la intención de acercar al público lector y espectador a la obra del mismo, desde el punto de vista literario, histórico y filosófico.
lEl proyecto comprende tres etapas.:
1Acercamiento a la obra de Milan Kundera (Partiendo de los fenómenos literarios, filosóficos e históricos que trascienden en el trabajo del autor)
2Puesta en escena de la obra Jacques y su amo.
3Puesta en escena de dos adapatciones a textos de Milan Kundera.
4Elaboración de la novela Los hijos del Club Milán, de Mauricio Estrada. Texto a manera de homenaje que pretende valorar la influencia de Milan Kundera en la sociedad mexicana.
Los pasos a seguir durante el proceso son los siguientes:
1Acercamiento a la obra de Milan Kundera (Partiendo de los fenómenos literarios, filosóficos e históricos que trascienden en el trabajo del autor)
Lectura de textos “kunderianos” en distintos recintos de la ciudad.
Se han impartido conferencias sobre la obra del autor en los sigueinetes lugares:
ITESM Campus Puebla
Café Literario (Delegación Coyoacán)
Café del Encuentro (Delegación Álvaro Obregón)
lLa duración del proyecto comprende las siguientes fechas tentativas:
lEnero 2007- Diciembre 2008:Lecturas dramatizadas y conferencias sobre obras de Milan Kundera.
lAbril – Junio 2007: Selección de elenco y ensayos de la obra Jacques y su amo.
lJunio 2007: Estreno de la puesta en escena de la obra Jacques y su amo.
lSeptiembre y octubre 2008: Ensayos de la obra Eduard y Dios.
lNoviembre 2008- Junio 2009: Estreno de la obra Eduard y Dios.
lSeptiembre 2008- Septiembre 2009: Realización de la novela Los hijos del Club Milan.
lJulio-Septiembre 2009: Viaje a la República Checa para aprendizaje de la lengua e investigación sobre la obra de Milan Kundera.
lDiciembre 2009: Informe de actividades del PROYECTO “K”.
Jacques: Sois un soñador señor, y por ello os aprecio aún más.
Jacques y su amo, Milan Kundera
Escena de la puesta en escena Jacques y su amo, de Milan Kundera. Dirigida por Mauricio Estrada.
PONENCIA:
SOBRE KUNDERA, O DE CÓMO UN CHECO HA TRASCENDIDO EN LA IDIOSINCRASIA MEXICANA.
Por Mauricio Estrada
Presentada el día 25 de noviembre de 2006 en la H. Embajada de la República Checa en México, ante el Excelentísimo Sr. Vladimír Eisenbruk, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de La República Checa en México y Guatemala.
Un hombre, sentado en un café parisino, describe el rostro de una mujer que ha llamado su atención; y a partir de dicho rostro crea el personaje de Laura, inventándole una historia en la que incluye amores, sufrimientos, entorno social y reflexiones que nos llevan a preguntarnos el concepto de la imagen en la actualidad. Es una historia escrita por un autor nacido en Brno, en la cual nos dice que sólo captamos –a manera de fotografía- una imagen de cada momento, y que las secuencias se borran. Ésta novela apareció en el año de 1989.
A principios del 2005, un aprendiz de escritor decide comenzar una novela, pero se detiene en la quinta o sexta cuartilla, percatándose de la enorme influencia que el autor checo, creador de La inmortalidad, ejerce sobre él. Pero ¿por qué?, ¿qué hay en común entre el mundo checo y el mexicano?¿será acaso ese contraste de dolor y orgullo que un hecho histórico del siglo XX ha dejado marcados en ambas naciones? Es posible, aunque la memoria histórica se ha asumido de distintas formas. ¿Será una reminiscencia por un pasado costumbrista? También puede ser, aunque cada patria en el mundo intenta –aunque sea sólo por instantes- recrear su historia para no perder su esencia ni su herencia cultural. ¿Cuál será la razón? La pregunta vino cuando, posado en un rincón de la plaza central de Coyoacán, el aprendiz de escritor hojeaba la última página de La broma. ¿Por qué le había agradado tanto aquella novela si, entre otras cosas, apenas tenía noción de lo que era el comunismo?¿Por qué si el universo de la novela se situaba en un mundo tan ajeno? La respuesta tardó en llegar justamente de la mano de otra de las obras del autor en esa ocasión leído.
En Los testamentos traicionados, Kundera hace mención de una sorpresa manifiesta ante la prosa de un autor mexicano de nombre Carlos Fuentes, que se asemeja a la suya en el juego de tiempos y de voces narrativas.
En La muerte de Artemio Cruz, Fuentes habla de una nostalgia revolucionaria y de la modernización de una ciudad, del crecimiento de la Ciudad de México.
Ahí existe ya un paralelismo que, valorado por el mismo Kundera, asocia a dos grandes escritores. Sin embargo, la casualidad bien podría ser una trampa que une a estos dos hombres de letras con técnicas y temas similares. Debía existir algo más para la identificación con el escritor europeo.
Milan Kundera elogia al Quijote, lo enmarca como obra imprescindible en la historia de la novela, una historia que, de sobra está decirlo, ama profundamente. El Quijote es la novela madre de la lengua española. La estructura y pensamiento en la obra de Cervantes son una fuerte influencia para Kundera, quien al igual que “el manco de Lepanto”, aborda el mundo de los ideales como una posibilidad en la que el hombre combate contra una realidad que le hiere vivir. La vida esté en otra parte es el más claro ejemplo, aunado al posterior homenaje que rinde a Denis Diderot en Jacques y su amo, su “variación” a la novela del enciclopedista francés.
“Sois un soñador, señor, y por ello os aprecio aún más” , le dice Jacques a su amo, y el mundo platónico de las ideas se torna presente, volviendo vigentes a Cervantes y Diderot a través de las palabras de Kundera.
Como hispanohablante se mantiene arraigada en mi persona la cultura quijotesca, y por tanto un orgullo latente de saber que Cervantes es para Kundera un referente de grandeza literaria. Sin embargo, alejándome de un acervo intelectual en la obra del autor checo (que siempre está presente), he querido ver al Kundera novelista desde la perspectiva del lector virgen, aquel que deja de juzgar para involucrarse en “las historias contadas”, y me he encontrado con un autor que divierte y que también conflictúa, pero que básicamente atrapa desde el inicio; un autor que agiliza las situaciones y, pese a tal agilidad, no nos evita el placer de una historia en capítulos breves ni nos separa de reflexiones históricas o filosóficas que profundizan en las características de sus personajes. Ahí es donde percibo a Teresa de La insoportable levedad del ser, ligando su realidad con sus sueños sicoanalizados, la mano que al dormir, se mantiene sujeta a la de Tomás, manifestando el miedo al abandono y la necesidad de cariño; ahí es donde Goethe y Hemingway charlan sobre el peso de lo eterno en un capítulo de La inmortalidad; y donde el mismo Ulises de Homero se relaciona con el presente checo del autoexiliado que mira de forma distinta a su país natal al regresar tras varios años de ausencia.
Pero si algo capta más la atención es que dichas reflexiones se ausentan por momentos de formalismos, y se tornan irónicas y divertidas: Ludvik es condenado a trabajos forzados a causa de una broma tonta en contra del partido comunista; y Eduard, en uno de los relatos de El libro de los amores ridículos, se ve obligado a seducir a la directora de la escuela en la que trabaja –a quien describe como una mujer repulsiva- y a manifestar un fanatismo religioso poco convencional, con el único objetivo de no perder su empleo y de obtener los favores de la chica que desea.
Las situaciones llevan implícito un carácter existencialista que logra facilitar por sí mismas, la comprensión ideológica que en otros escritores pudiera resultar tediosa.
Tal vez sea este el punto donde se encuentra el factor principal de su universalidad literaria y por tanto, el gusto en el lector mexicano (aunque seamos pocos en promedio), ése detalle de colocar la filosofía en el plano de la experiencia por medio de pequeñas inclusiones reflexivas, ya sea en la anécdota o en los parlamentos de sus personajes, proporcionando una ideología del mundo sin grandes rebuscamientos.
Es cierto que de pronto Kundera intelectualiza, y cómo entenderlo si se desconocen personajes de la historia, la política, la música y por supuesto, la literatura; pero también es cierto que se pueden comprender sus textos aún con ese desconocimiento, pues las citas o meditaciones consiguen mantenerse separadas de la anécdota y, paradójicamente, en relación total.
El lector costumbrista, el que goza sólo con historias lineales, podrá rechazar a Kundera, pero no el que aprecia la variación narrativa, no el que permite que la historia de la novela continúe –como lo dice el propio escritor- evolucionando.
Kundera tampoco es un autor para quienes son susceptibles de nacionalismos. Algunos lo han calificado de patriota, y otros –como solemos decir los mexicanos- de malinchista, juzgándolo por su perspectiva del universo checo desde el cobijo parisiense, sin considerar que lo checo vive en él y que cada hombre es víctima de su circunstancia. En este caso, una circunstancia que lo obligó al exilio, pero que mantiene un elemento checo en cada una de sus obras, ya sea un lugar, un personaje célebre o simplemente una atmósfera que lo remita a la vida en Brno o en Praga. Kundera sabe conservar sus raíces siendo universal, tan universal que, como dije antes, un mexicano puede creerlo dentro de su idiosincrasia melancólica. Y como dice él en La broma: “No hay nada que una más rápido a la gente (aunque sólo sea en apariencia o ilusorio) que una comprensión mutua triste y melancólica”. Y eso sí, somos entonces, presas de una profunda melancolía; aunque la nuestra, la mexicana, sea la melancolía de lo que nunca será.
Muchas gracias.
SOBRE KUNDERA, O DE CÓMO UN CHECO HA TRASCENDIDO EN LA IDIOSINCRASIA MEXICANA.
Por Mauricio Estrada
Presentada el día 25 de noviembre de 2006 en la H. Embajada de la República Checa en México, ante el Excelentísimo Sr. Vladimír Eisenbruk, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de La República Checa en México y Guatemala.
Un hombre, sentado en un café parisino, describe el rostro de una mujer que ha llamado su atención; y a partir de dicho rostro crea el personaje de Laura, inventándole una historia en la que incluye amores, sufrimientos, entorno social y reflexiones que nos llevan a preguntarnos el concepto de la imagen en la actualidad. Es una historia escrita por un autor nacido en Brno, en la cual nos dice que sólo captamos –a manera de fotografía- una imagen de cada momento, y que las secuencias se borran. Ésta novela apareció en el año de 1989.
A principios del 2005, un aprendiz de escritor decide comenzar una novela, pero se detiene en la quinta o sexta cuartilla, percatándose de la enorme influencia que el autor checo, creador de La inmortalidad, ejerce sobre él. Pero ¿por qué?, ¿qué hay en común entre el mundo checo y el mexicano?¿será acaso ese contraste de dolor y orgullo que un hecho histórico del siglo XX ha dejado marcados en ambas naciones? Es posible, aunque la memoria histórica se ha asumido de distintas formas. ¿Será una reminiscencia por un pasado costumbrista? También puede ser, aunque cada patria en el mundo intenta –aunque sea sólo por instantes- recrear su historia para no perder su esencia ni su herencia cultural. ¿Cuál será la razón? La pregunta vino cuando, posado en un rincón de la plaza central de Coyoacán, el aprendiz de escritor hojeaba la última página de La broma. ¿Por qué le había agradado tanto aquella novela si, entre otras cosas, apenas tenía noción de lo que era el comunismo?¿Por qué si el universo de la novela se situaba en un mundo tan ajeno? La respuesta tardó en llegar justamente de la mano de otra de las obras del autor en esa ocasión leído.
En Los testamentos traicionados, Kundera hace mención de una sorpresa manifiesta ante la prosa de un autor mexicano de nombre Carlos Fuentes, que se asemeja a la suya en el juego de tiempos y de voces narrativas.
En La muerte de Artemio Cruz, Fuentes habla de una nostalgia revolucionaria y de la modernización de una ciudad, del crecimiento de la Ciudad de México.
Ahí existe ya un paralelismo que, valorado por el mismo Kundera, asocia a dos grandes escritores. Sin embargo, la casualidad bien podría ser una trampa que une a estos dos hombres de letras con técnicas y temas similares. Debía existir algo más para la identificación con el escritor europeo.
Milan Kundera elogia al Quijote, lo enmarca como obra imprescindible en la historia de la novela, una historia que, de sobra está decirlo, ama profundamente. El Quijote es la novela madre de la lengua española. La estructura y pensamiento en la obra de Cervantes son una fuerte influencia para Kundera, quien al igual que “el manco de Lepanto”, aborda el mundo de los ideales como una posibilidad en la que el hombre combate contra una realidad que le hiere vivir. La vida esté en otra parte es el más claro ejemplo, aunado al posterior homenaje que rinde a Denis Diderot en Jacques y su amo, su “variación” a la novela del enciclopedista francés.
“Sois un soñador, señor, y por ello os aprecio aún más” , le dice Jacques a su amo, y el mundo platónico de las ideas se torna presente, volviendo vigentes a Cervantes y Diderot a través de las palabras de Kundera.
Como hispanohablante se mantiene arraigada en mi persona la cultura quijotesca, y por tanto un orgullo latente de saber que Cervantes es para Kundera un referente de grandeza literaria. Sin embargo, alejándome de un acervo intelectual en la obra del autor checo (que siempre está presente), he querido ver al Kundera novelista desde la perspectiva del lector virgen, aquel que deja de juzgar para involucrarse en “las historias contadas”, y me he encontrado con un autor que divierte y que también conflictúa, pero que básicamente atrapa desde el inicio; un autor que agiliza las situaciones y, pese a tal agilidad, no nos evita el placer de una historia en capítulos breves ni nos separa de reflexiones históricas o filosóficas que profundizan en las características de sus personajes. Ahí es donde percibo a Teresa de La insoportable levedad del ser, ligando su realidad con sus sueños sicoanalizados, la mano que al dormir, se mantiene sujeta a la de Tomás, manifestando el miedo al abandono y la necesidad de cariño; ahí es donde Goethe y Hemingway charlan sobre el peso de lo eterno en un capítulo de La inmortalidad; y donde el mismo Ulises de Homero se relaciona con el presente checo del autoexiliado que mira de forma distinta a su país natal al regresar tras varios años de ausencia.
Pero si algo capta más la atención es que dichas reflexiones se ausentan por momentos de formalismos, y se tornan irónicas y divertidas: Ludvik es condenado a trabajos forzados a causa de una broma tonta en contra del partido comunista; y Eduard, en uno de los relatos de El libro de los amores ridículos, se ve obligado a seducir a la directora de la escuela en la que trabaja –a quien describe como una mujer repulsiva- y a manifestar un fanatismo religioso poco convencional, con el único objetivo de no perder su empleo y de obtener los favores de la chica que desea.
Las situaciones llevan implícito un carácter existencialista que logra facilitar por sí mismas, la comprensión ideológica que en otros escritores pudiera resultar tediosa.
Tal vez sea este el punto donde se encuentra el factor principal de su universalidad literaria y por tanto, el gusto en el lector mexicano (aunque seamos pocos en promedio), ése detalle de colocar la filosofía en el plano de la experiencia por medio de pequeñas inclusiones reflexivas, ya sea en la anécdota o en los parlamentos de sus personajes, proporcionando una ideología del mundo sin grandes rebuscamientos.
Es cierto que de pronto Kundera intelectualiza, y cómo entenderlo si se desconocen personajes de la historia, la política, la música y por supuesto, la literatura; pero también es cierto que se pueden comprender sus textos aún con ese desconocimiento, pues las citas o meditaciones consiguen mantenerse separadas de la anécdota y, paradójicamente, en relación total.
El lector costumbrista, el que goza sólo con historias lineales, podrá rechazar a Kundera, pero no el que aprecia la variación narrativa, no el que permite que la historia de la novela continúe –como lo dice el propio escritor- evolucionando.
Kundera tampoco es un autor para quienes son susceptibles de nacionalismos. Algunos lo han calificado de patriota, y otros –como solemos decir los mexicanos- de malinchista, juzgándolo por su perspectiva del universo checo desde el cobijo parisiense, sin considerar que lo checo vive en él y que cada hombre es víctima de su circunstancia. En este caso, una circunstancia que lo obligó al exilio, pero que mantiene un elemento checo en cada una de sus obras, ya sea un lugar, un personaje célebre o simplemente una atmósfera que lo remita a la vida en Brno o en Praga. Kundera sabe conservar sus raíces siendo universal, tan universal que, como dije antes, un mexicano puede creerlo dentro de su idiosincrasia melancólica. Y como dice él en La broma: “No hay nada que una más rápido a la gente (aunque sólo sea en apariencia o ilusorio) que una comprensión mutua triste y melancólica”. Y eso sí, somos entonces, presas de una profunda melancolía; aunque la nuestra, la mexicana, sea la melancolía de lo que nunca será.
Muchas gracias.
A tres meses de partir a Paris y Praga, sintiendo cierta melancolía, decido que la segunda parte de tres en las que se conforma la novela, debe transcurrir en tres ciudades europeas para plasmar un poco de lo que la influencia del escritor tiene sobre los personajes de Los hijos del Club Milan. Sería fácil realizar una investigación documental, pero considero que la esencia de una novela está en las sensaciones atmosféricas que el escritor percibe a cada trazo de letra.
ya está la primera parte de la novela y la tercera lleva un buen ritmo, pero viene la más difícil por todo lo que implica el viaje y la percepción del mundo europeo. Habrá que rondar el castillo de Praga, el puente de San Carlos, la Catedral de San Vito y la Plaza de Wenceslao para acudir a los hechos históricos y contemplar lo que el propio Kundera contemplaba. Después iremos a Paris y trazaremos un camino por las orillas del Sena para tocar las puerats de Versalles. Por último iremos a Italia para describir las sensaciones del personaje central de la novela.
Será una completa locura, pero no duden que tal locura rendirá los frutos de mi primer texto novelístico y mi segundo libro como tal. Un experimento. A ver qué sale de ésta aventura.