Por Mauricio Estrada
Entrando
en estos temas futboleros, charlaba hace un par de meses con un amigo
extranjero (a quien admiro y respeto por su intelecto, su capacidad de
análisis y porque sabe más de teatro mexicano que la mayoría de los
mexicanos) acerca del futbol, mientras veíamos un partido de la
Champions league en un bar de Europa Central, saturado de aficionados de
diversas nacionalidades, quienes se debatían entre
apoyar al equipo inglés o al español. En la charla se comentó que algo
tiene este deporte, pues pese a saber que es un negocio que beneficia a
unos cuantos, que es una mafia tremenda, que te distrae de los problemas
reales por resolver, trae consigo cierta emoción inexplicable. Es raro,
pero no es una cuestión mexicana, pues he escuchado últimamenote a
muchos anti futboleros nacionales decir que este fenómeno de
mercadotecnia llamado Copa del Mundo, es el que nos tiene sumidos en una
miseria de país. Yo creo fervientemente (y lo digo desde mi espíritu de
fanático pseudo capitalista) que sí,efectivamente es una asquesrosa
mercadotecnia, sin embargo (y en esto aludo a un inteligente comentario
con el que me topé ayer en este ciber espacio), no creo que el futbol
sea la razón. Allí tenemos a grandes portencias del primer mundo que
mueren por el futbol y sin embargo como sociedad son un gran ejemplo.
Culpar al futbol de nuestras lamentables condiciones es simplemente buscar una excusa que tiene un problema más profundo. Tal vez sea que la búsqueda de héroes en nuestro país se concentra en el futbol y en el consumismo telenovelero, sin importar que haya una ganadora del Premio Cervantes, una Universidad entre las 100 mejores instituciones del mundo, entre otras maravillosas cosas que podría señalar.
Creo que lo importante es disfrutar los 90 minutos de cada encuentro, gozarlo como parte del sentimiento lúdico natural del ser humano, algo inherente a él, y así, una vez llegando el término del encuentro, dirijamos nuestra atención a los puntos medulares de nuestra sociedad.
Existimos muchos que así pensamos,gozamos, gritamos, nos peleamos durante elpartido,pero una vez acabado apagamos el televisor e intentamos crear esa consciencia.
El futbol en México es sólo la excusa de una sociedad con carencias de héroes, con carencias de educación, con carencias de consciencia social.
No podemos generalizar y llamar ignorantes a los futboleros, pues entonces habría que decirle ignorante a Adolfo Bioy Casares, a Camilo José Cela (Premio Nobel de Literatura), Juan Villoro, Mario Benedetti, al gran jugador argentino que ganara el mundial en el 86, Jorge Valdano, quien en algún momento confesó que su refugio antes y después de un partido era un buen texto de Borges.
Es cierto que el hecho de ser un deporte popular atrae mucho a gente poco estudiada, pero me parece poco sensato culparlo por el malestar de un país.
Sólo hay una diferencia entre las sociedades de primer mundo y nosotros respecto al citado futbol (y aquí espero que no salgan a manifestarse esos patrioteros falsos que se ofenden cuando se compara a México con otras culturas): allá el futbol es parte de la vida, no la vida.
Ahora sí que vengan 30 días de furor, esperando que el enajenamiento sea el mínimo, para tener presentes esas leyes absurdas que nos quieren imponer y actuar de alguna manera al respecto. Que me empiecen a llover las críticas y mentadas de los pseudo intelectuales. Yo disfrutaré los encuentros que pueda ver y no me cortaré las venas por perderme uno que otro; gritaré si se consigue el milagro mexicano de ganar algún duelo, sino seguiré apoyando a alemanes, españoles y argentinos (ya que cronsidero que tienen a los mejores equipos de la competición). Después de cada partido continuaré haciendo teatro, escribiendo los diversos textos encomendados (en lugar de perder el tiempo en redactar estupideces como esta) y a seguir enfocándome en bien educar a mis alumnos de bachillerato, quienes a decir de ellos, me consideran un gran profesor (el auto cebollazo es nada más para que vean que se puede ser socialmente benéfico, permitiéndose ser también, de vez en cuando, un poco trivial, y eso no daña a nadie).
El que esté libre de trivialidades que arroje la primera piedra.
Culpar al futbol de nuestras lamentables condiciones es simplemente buscar una excusa que tiene un problema más profundo. Tal vez sea que la búsqueda de héroes en nuestro país se concentra en el futbol y en el consumismo telenovelero, sin importar que haya una ganadora del Premio Cervantes, una Universidad entre las 100 mejores instituciones del mundo, entre otras maravillosas cosas que podría señalar.
Creo que lo importante es disfrutar los 90 minutos de cada encuentro, gozarlo como parte del sentimiento lúdico natural del ser humano, algo inherente a él, y así, una vez llegando el término del encuentro, dirijamos nuestra atención a los puntos medulares de nuestra sociedad.
Existimos muchos que así pensamos,gozamos, gritamos, nos peleamos durante elpartido,pero una vez acabado apagamos el televisor e intentamos crear esa consciencia.
El futbol en México es sólo la excusa de una sociedad con carencias de héroes, con carencias de educación, con carencias de consciencia social.
No podemos generalizar y llamar ignorantes a los futboleros, pues entonces habría que decirle ignorante a Adolfo Bioy Casares, a Camilo José Cela (Premio Nobel de Literatura), Juan Villoro, Mario Benedetti, al gran jugador argentino que ganara el mundial en el 86, Jorge Valdano, quien en algún momento confesó que su refugio antes y después de un partido era un buen texto de Borges.
Es cierto que el hecho de ser un deporte popular atrae mucho a gente poco estudiada, pero me parece poco sensato culparlo por el malestar de un país.
Sólo hay una diferencia entre las sociedades de primer mundo y nosotros respecto al citado futbol (y aquí espero que no salgan a manifestarse esos patrioteros falsos que se ofenden cuando se compara a México con otras culturas): allá el futbol es parte de la vida, no la vida.
Ahora sí que vengan 30 días de furor, esperando que el enajenamiento sea el mínimo, para tener presentes esas leyes absurdas que nos quieren imponer y actuar de alguna manera al respecto. Que me empiecen a llover las críticas y mentadas de los pseudo intelectuales. Yo disfrutaré los encuentros que pueda ver y no me cortaré las venas por perderme uno que otro; gritaré si se consigue el milagro mexicano de ganar algún duelo, sino seguiré apoyando a alemanes, españoles y argentinos (ya que cronsidero que tienen a los mejores equipos de la competición). Después de cada partido continuaré haciendo teatro, escribiendo los diversos textos encomendados (en lugar de perder el tiempo en redactar estupideces como esta) y a seguir enfocándome en bien educar a mis alumnos de bachillerato, quienes a decir de ellos, me consideran un gran profesor (el auto cebollazo es nada más para que vean que se puede ser socialmente benéfico, permitiéndose ser también, de vez en cuando, un poco trivial, y eso no daña a nadie).
El que esté libre de trivialidades que arroje la primera piedra.
M.S.